lunes, 10 de mayo de 2010

Suya...

Era normalita, unos 45 años, y nada mas decirme que le interesaba mucho los travestis le solté mi historia. Me invito a su salón de estética y de allí, rodeando el local, a su apartamento sito detrás de su negocio en este complejo de apartamentos bajos alrededor de una gran piscina.

Me pregunto si estaba dispuesto a experimentar mi transformación mas radicalmente en sus manos, que para ello tenía que mudarme una temporada a vivir con ella, y sin pensármelo le dije que si. Al día siguiente estaba en su local, desnudo, y una chica se encargaba de depilar me antes de empezar con sesiones de foto depilación. Cuerpo entero sin velo, manicura y pedicura hechos, María, la dueña, me llevo a su casa y saco un vestido de verano de su armario y unos zapatos de salón de poco tacón. Sabía que iba siempre con una tanga metida entre las nalgas pero se extraño cuando se dio cuenta que llevaba mi tampax introducido en el culo. No se lo esperaba y me felicito por el detalle.

Una vez vestida me probo unas de las numerosas pelucas que tenía en un armario, decido cual iba a ser la que se quedaría definitivamente en mi cabeza y me llevo de vuelta a la tienda. Allí la chica de antes me recibió con una gran sonrisa, me soltó un piropo acerca de lo guapa que estaba y empezó a maquillarme los ojos. María me dijo que ahora si que era su chica diez.

Volvemos a la casa tarde ya y nos tomamos una ligera cena mientras hablamos de la casualidad que nos hizo encontrarnos, de la suerte de tener casi la misma talla a parte de los zapatos (los que me había dado empezaban a dolerme mucho), y que mañana iríamos a comprar muchos pares para mi sola. Mi duda de como hacia con el dinero me fue resuelta rápidamente. Heredo de sus padres hacia unos años y dedicaba su dinero a satisfacer caprichos poco onerosos, categoría en la que me incluya.

A la hora de acostarnos me llevo a su habitación. Me dijo que después de asearme me pusiera el camisón que estaba preparado en la estantería y me acostará directamente del lado derecho de la amplia cama. Cuando salí del baño ella entraba de nuevo en el cuarto y me dijo que se iba a duchar. Me mando apagar la luz y no pude verla cuando se reunió conmigo debajo de la sabana. Estaba muy excitada y nada mas acostarse me dijo de manera cariñosa que mientras estaba con ella no podía tocarla y que me durmiese. Me dio un beso en la mejilla y se dio la vuelta. Yo trataba de dormir, super excitada, pensando que María empezaba a parecerme muy guapa y que tenía un muy buen cuerpo. Pude ponerme el pelo de manera que no me moleste y me dormí con un medio calambre entre las piernas.

De la misma manera me desperté muy pronto. María estaba destapada y a pesar de ser muy fino, su corto camisón no dejaba ver su piel... solo adivinar sus pechos y unos pezones que parecían erectos. Miraba con envidia sus piernas y pies perfectos cuando se despertó. Me sonrió, me dio un besito de buenos días y se fue al baño. Nada mas salir me mando a vestirme con la falda negra que me llegaba justo por encima de las rodillas, unas medias marrones, los zapatos de ayer y una camiseta blanca con fular rojo.

Tomamos un café y emprendemos marcha al centro comercial mas cercano. Nos recorrimos unas siete tiendas de zapatos y salimos con ocho cajas. Me sentía como una princesa con tantas novedades, tantos pares nuevos, todos mas ideales los unos que los otros. En una caja estaban los de María y a mis pies, además de unas tiritas por las heridas que me habían producido, unas sandalias estilo romana pero con tacones y una especie de calentador de tobillera.

Luego María me llevo a ver a un amigo suyo y le dijo que era la amiga de la que le había hablado. Parecían medio enrollados por el beso que se dieron y las miradas que se lanzaban. Me felicito por mi look y fuimos a comer los tres en una taberna cercana. Era mi primer día de salida real como Miriam y me sentía como pez en el agua. Algunas personas se quedaban mirandome como buscando el fallo, pero no paso nada extraño y me hizo sentir mujer como nunca. Nos despedimos a la salida del restaurante y nos fuimos a casa.

María me dijo que una buena siesta era importante para la belleza y después de pasar por el baño se desnudo delante de mi. Mi reacción fue instantánea y me miro con un aire enfadado recordándome lo dicho el día anterior. Me desnude y me junte a ella en la cama. Me abrazo, me permitio apoyar mi cabeza en su cuello, la abracé con mi brazo apoyado en su pecho y me quede paralizada oliendo su piel, disfrutando del contacto de nuestros cuerpos, y tratando de controlar el dolor que me provocaba tanta excitación. Ella se quedo dormida así mientras yo disfrutaba de este momento increíble. Nunca había estado tan cerca de mi sueño de amante lesbiano.

Al final me dormí un poco y me despertó acariciandome el interior de los muslos. Me dijo que tenia que ir a la tienda para hidratarme bien este cuerpo bonito. La chica del día anterior se ocupo de mi con mucho amor y sus masajes me ponían mas cachonda si cabía. Cuando entro María y me vio así se puso seria y me envió al baño a relajarme. Me masturbe los dos segundos necesario para correrme y ya mas quieta volví a la cama de masajes. Nada mas terminar me vestí y la chica trajo un artilugio extraño y me anuncio que me iba a hacer agujeros en las orejas para los pendientes. Fue rápido y estaba orgullosa de este nuevo paso.

Me quede con ellas atendiendo a unas clientes hasta el cierre. Cobraba, les llevaba las cosas de un lado a otro, y estaba muy feliz de ser una mas en un lugar público. Luego fuimos a casa y nos cambiamos. Me toco un vestido largo amarillo muy apretado a juego con las últimas sandalias que compramos. María me había dicho de confiar en ella cuando ella eligió este par y tenía razón. Era perfecto para este vestido. La tanga fina color carne a penas se notaba y los pezones se marcaban mucho con este conjunto. Me pinto ella de manera mas sofisticada que por la mañana, me puso un pequeño fular amarillo, un collar y unos pendientes largos y pesados, y nos fuimos al coche.

María caminaba segura en su conjunto negro. Muy elegante y sexy ,y su pecho me daba mucha envidia. Cuando se lo comente me dijo que de momento iba a seguir con mi pecho medio liso pero que pensaba en una solución. Que veríamos con el tiempo.

Llegamos a casa de su amigo del día anterior. Tenía una cena preparada en la mesa y un aperitivo preparado en la mesa baja. Charlamos de todo un poco, muy animados, el vaso del cocktail de frutas ya me subía un poco a la cabeza y cuando nos invito a pasar a la mesa no lo dude ni un segundo. El vino era muy bueno y me sentía muy a gusto. Casi no me entero cuando María le pregunto si querría poseerme. Se lo dijo de manera natural, como si le preguntaba si querría fumar, y el contesto que sería interesante.

La única norma de María, la de no tocarla, iba acompañada por normas que había puesto yo antes y que le parecieron geniales. Era que podía ser poseída por hombres, podía satisfacerles chupandosela, algunos podían chuparmela pero en ningún caso querría yo poseer a ninguno. En este caso creo que María sabia muy bien lo que iba a hacer su compañero y cuando este se levanto, se acerco a mi y me invito a seguirle, se limito a mirarnos con una extraña sonrisa en los labios.

Me llevo del otro lado de la mesa, al lado de María, y me abrazo por detrás. María me miraba a los ojos mientras el recorría mi cuerpo con sus manos. Me besaba el cuello y me giro la cabeza para besarme en la boca. Entre el vino y mi estado de exitación loca a penas notaba como sus dedos se habían metidos debajo del vestido para acariciarme los pezones. El beso parecia sin fin y mi estado sexual se notaba perfectamente a través del vestido.

Dejo de besarme, me subió el vestido hasta desnudar mis nalgas y después de apartar el tanga empezó a rozar mi agujero con la punta de su polla. Cerraba los ojos disfrutando del momento y notaba como la mano de María iba hacia el sexo de mi amante para untarlo de algo frió y aceitoso. A penas había quitado su mano que sentí como un sexo grueso penetraba en mi interior. Se me escapo un pequeño grito seguido de gemidos a cada embestida. Yo no podía mas y cuando María vio mi mano ir hacia mi sexo paro a su amigo. Le pidió prestarle sus esposas, me bajo el vestido y me ato las manos a la espalda. Luego nos fuimos los tres a la habitación, María me sentó en una silla con las manos todavía atadas, y se acostó con el en la cama.

Ver como el le hacia el amor me llevaba al borde del desmayo. Vino y exitación me volvían loca y casi me corro cuando les vi llegar juntos al extasis. Luego María le dijo de ir a desatarme, me ordeno acostarme entre sus piernas y limpiarla con la lengua. Me sujeto las muñecas con sus manos para que no pudiese tocarme. Oler su olor mezclado con el de su amante me hizo comerla entera, no dejaba ni una gota del flujo que salia de su coño, y María empezaba a excitarse de nuevo. El efecto domino hizo que el también se empalmará y empezó a montarme mientras notaba como María se corría de nuevo en mi boca. A los pocos minutos senti como me llenaba el culo de su semen.

Estaba borracha perdida de tanto sexo y estaba a punto de explotar. Fue por inercia que intenté penetrar a María pero me aguarro y me empujo hacia atras. Todo me daba vuelta y solo recuerdo que estaba boca arriba y que uno de ellos me masturbo hasta que me libere...

3 comentarios:

  1. Un relato tremendamente excitante, muy bueno.
    Besos, preciosa.

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  2. Ciertamente es un relato que dicorda mucho con mi forma de pensar y ver la vida, diríase que es un modo completamente distinto de travestismo. Sin embargo, es lo mismo que quiero plasmar en mi blog. Esa es una perfecta (a pesar de algunos errores de sintaxis) crónica real o imaginaria de una crossdreser.

    Felicidades, buen trabajo. LL.

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